martes, 6 de noviembre de 2012

El narrador

Todos tenemos historias que contar. La manera de hacerlo las hace más o menos interesantes. En el origen de toda narración escrita hay un escritor de carne y hueso. Pero ese escritor no es el que habla en el relato, en el cuento, en la novela. Tiene a su disposición varios disfraces: son los distintos narradores que puede elegir a la hora de contar. No es el autor, sino un narrador, quien cuenta la historia. En el territorio de la ficción todo es posible. Admite nuestras ideas más extravagantes, los miedos, los amores. Con las herramientas apropiadas se puede construir un mundo a la medida de nuestro deseo. Conciso o extenso. Para conseguirlo, es fundamental elegir el tipo de narrador que contará los hechos. Es el autor quien da la palabra al narrador eligiendo el más conveniente.
A la hora de escribir debemos preguntarnos:
¿Quién llevará la voz cantante? El escrito es uno, los narradores a los que el escritor puede apelar son numerosos.
¿Quién dice esto?, se preguntan los lectores frente a un relato. Cuanto más creíble les resulta la historia, más pronto surge esa curiosidad. Los niños suelen preguntarle a la abuela cuentista: “¿cómo lo sabes?, ¿ocurrió de verdad?”.
¿Quién habla en un relato? Es el narrador quien tiene la palabra en un relato. Sobre sus discurso se apoyan los monólogos y los diálogos de los personajes.
Pero ese apuntador interno que dice “yo” y se refiere a mí, no es necesariamente el escritor. El “yo” del cuento puede adoptar las características de personales muy diversos.
El “yo” del escritor no es el mismo “yo” del relato.
 Los narradores son agentes a través de los cuales se expresa el autor.
El narrador es quien enuncia y no coincide con el autor del texto; si hay coincidencia se trata de una autobiografía y no de un relato novelado. 
Un ejemplo claro es el emblemático comienzo de El Quijote:
“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme,”
“No quiero acordarme”: lo dice el narrador ficticio y no Miguel de Cervantes, el autor. Gracias al narrador, podemos contar algo transformándonos en quien queramos: cambiar de sexo o de edad; de carácter o de clase social; de sentimientos o de época vivida.

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